Los Arenas

En un lugar indeterminado del planeta tierra, en una época desconocida de nuestro calendario, vive Zoilo junto con su familia (su abuelo, su tío y sus 2 primos, Isha y Damiano) en un baldío rodeado de ruinas. Ellos parecen ser los últimos sobrevivientes de una civilización, viven desarraigados, sin madres, sabiendo que el embarazo para la mujer es sinónimo de muerte. Para ellos solo existe una rutina colectiva: mantener vivo el fuego. Por eso, cada miembro de la familia se ve obligado a buscar entre los escombros viejos objetos y/o simples pedazos de madera para reavivar el fuego. Si Zoilo también obedece a esta lógica lo hace sin darle demasiada importancia, deteniendo su mirada en lo invisible. Para él, la presencia femenina de Isha, como la vida, representa un hermoso misterio. En cambio, para su tío, el mismo padre, Isha es solo un objeto de deseo. Acá nadie se alimenta. Solo se respeta un accionar constante y repetitivo: dormir, buscar sustento para el fuego, cuidarlo y volver a dormir.

Solo Zoilo se sale de este esquema observando, curioso, detalles que los demás no ven y por lo tanto, no aprecian. La búsqueda de espiritualidad de Zoilo irá acrecentando las diferencias con sus familiares, poniendo cada vez más en evidencia un mundo vacío de interioridad.